El lobo es el animal más legendario de la fauna europea, el más odiado, el más temido y por eso, probablemente, el más secretamente admirado. Presente desde siempre en las tradiciones, las leyendas y los cuentos que han ido pasando de generación en generación, el lobo fue el auténtico competidor de nuestros antepasados cazadores. Al igual que el hombre, el lobo cazaba en grupos, prefería las presas de gran tamaño y cimentaba todo su poder en su inteligencia y en la fuerza del clan. Ante tal coincidencia de aptitudes el choque entre los dos grandes cazadores que antaño poblaban Europa era inevitable, y el lobo salió perdiendo. Hoy, fuera de la Europa del Este, sólo se le encuentra en España y algunos puntos de Italia, lugares donde el aislamiento de sus poblaciones no hace presagiar un futuro prometedor para la especie.
El lobo es un animal social que vive en grupos pequeños que en ocasiones se unen entre sí. Llegada la época de celo las manadas se disgregan y las parejas reproductoras se aislan mientras el resto de los componentes permanecen juntos o unidos a otros grupos que están en las mismas circunstancias. La gestación dura aproximadamente dos meses y medio, después de los cuales nacen un número muy variable de cachorros. Lo más normal es que oscile entre cuatro y siete lobeznos que son amamantados por su madre hasta las cinco semanas, momento en el que ya empiezan a comer de las presas que sus padres traen al cubil. Hoy, en algunas sierras inaccesibles del norte y centro de España los lobos sacan adelante sus últimas camadas.
El lobo está ampliamente extendido por Europa oriental. Es un extraordinario corredor de fondo. Se han comprobado desplazamientos de casi doscientos kilómetros sin que se detuvieran.
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